Extraño tu mirada
y esa sonrisa fugaz
que se escapa de tu rostro
y se posa en mi memoria.
Recuerdo la caricia de tus manos
en mí, su sello han dejado.
Vibra aún tu voz en el fono
cuando no hacen ni dos horas
que te he llamado.
Revoltosos laten mis pensamientos
sabiendo que en momentos más
te tendré a mi lado.
Decí por Dios qué gualicho me has dado
mi mente se ha borrado,
y en mi cabeza solo hay un dulce hada
que mi vida ha llenado.
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